Por Doug Stringer

Nos encontramos en un momento crucial en la historia, donde la antorcha del liderazgo  está pasando a una nueva generación.  En el pasado el liderazgo espiritual se transmitía de generación en generación.  Las generaciones más jóvenes reconocían la necesidad de obtener de las experiencias de la vida de sus antecesores, la sabiduría y el consejo, y así obtener su impartición, bendición y favor.

En nuestra cultura independiente de ritmo acelerado, somos presionados algunas veces para ver ese tipo de tutoría llevándose a cabo hoy.   Pero hay una nueva generación de líderes que no solo lo necesitan, sino que lo desean de nosotros.

En la primavera del 2004, organizamos un  “laboratorio de ideas” y una “mesa redonda” para GenEdge (Generación al Borde) y Líderes Emergentes.  Lo que comenzó como una pequeña reunión se extendió a una asistencia de más de 60 líderes de toda la nación.  Incluía líderes del ministerio de jóvenes y universidades, líderes de alabanza, pastores, ministros de mercado, líderes de oración e intercesores y otros.  Uno de los temas recurrentes fue el clamor por una generación en busca de conexión y paternidad.

Un ministro joven dijo, “Fui salvo, me crie en la iglesia,  me descarrilé, me reafirmé, y luché por años porque no tuve un padre espiritual.”  El ministerio que él encabeza hoy está enfocado en la paternidad espiritual.  “Si no es relacional”, dijo, “no lo hacemos.”

Otro líder mencionó que los padres pueden reconocer los dones en sus hijos, pero no siempre saben cómo guerrear por su destino.  Rusty, un pastor y antiguo amigo de Sealy, Texas, lo dice de esta manera.  “A menudo, existe un tesoro dentro del corazón de los jóvenes, pero no lo reconocen, así es que van en busca del tesoro en el corazón de alguien más.  Un padre espiritual tiene que ayudarles a ver el tesoro en su propio corazón.”

Esta siguiente generación y generación emergente de líderes están llenas de visión y pasión.  De hecho, puedo ver a Joel 2 y Malaquías 4 en el Antiguo Testamento, así como Hechos capítulo 2 en el Nuevo Testamento, dándonos una mirada a esta generación emergente.   Es una Generación Profética de líderes jóvenes visionarios y apasionados, facultados por los sueños y sabiduría de la generación anterior, unidos por los propósitos del Señor.

En los días de Eliseo, un gremio de pastores y sus hijos, reconocieron el manto de liderazgo y paternidad que estaba sobre él.  Se encontraron a sí mismos limitados y deseaban ir donde pudieran crecer y construir.  Le pidieron a Eliseo su bendición para ir.  Se le pidió a él ir con ellos.  Cuando perdieron la cabeza del hacha (2 Reyes 6:5), le pidieron sabiduría y dirección.  Él simplemente les pidió que lo llevaran a donde la habían perdido.

De la misma manera, hay veces cuando perdemos el rumbo, nuestra visión se vuelve nublada o nuestra pasión decrece, y necesitamos reflexionar sobre donde lo habremos perdido.  A menudo, cuando los líderes vienen a pedirme consejería o dirección, hago una pregunta similar.  “¿Dónde piensas que has perdido tu rumbo, tu pasión, tu visión?”

En mi juventud, a pesar de que estaba lleno de visión y pasión por los propósitos de Dios, muy pronto comprendí la necesidad de tener sabiduría y favor de aquellos que habían estado antes que yo.  Se habían colocado los fundamentos, se habían hecho sacrificios y el precio se había pagado para que nosotros pudiéramos construir.  No podemos edificar sobre cimientos defectuosos.  Nuestro futuro está conectado a la forma en que honramos o deshonramos aquellos que se han ido antes que nosotros.  La conexión tiene que ver como la generación anterior nos bendice y libera a  la generación emergente.

La gente servirá y hará sacrificios por lo que les apasiona.  Podemos ser contratados para hacer un trabajo y recibir un sueldo, pero solo dejaremos un legado duradero a la Gloria de Dios cuando nuestra visión sea mayor que nosotros mismos.  Los empleados pueden vivir con un sueldo, pero los visionarios y soñadores de Dios viven para hacer la diferencia y dejar un legado a las futuras generaciones.

Tuve el privilegio de haber conocido a Rick Husband.  Él fue un astronauta y el comandante del transbordador espacial Columbia en su misión número 28.  Él y su esposa Evelyn me invitaron a hablar en la recepción del pre lanzamiento en la Florida en enero del 2003.  En la recepción, el cantante cristiano Steve Green cantó uno de los cantos favoritos de Rick.  “Dios de Maravillas” del cual se llevó una copia del cd en el transbordador.  ¿Se pueden imaginar despertando y asomándose por la ventanilla del transbordador espacial escuchando la música y la letra de esa canción?

Rick había deseado ser astronauta toda su vida.  Él amaba su trabajo, pero también entendió que había una vida de gran importancia más allá del programa espacial.  Su éxito no fue medido por ser un astronauta, sino por su amor y devoción como esposo, padre y embajador de Cristo, que ha dejado un legado duradero.  Uno de mis padres espirituales fue el Dr. Edwin Louis Cole, fundador de la Red de Hombres Cristianos.  Él solía decir, “Ser como Cristo y la hombría son sinónimos”.  Rick Husband vivió este principio en su vida.

Una de las cosas que yo encontré acerca de Rick Husband y Evelyn, fue que cada día él tenía un tiempo devocional con su hija y su hijo.  Como él iba a estar en el transbordador por 16 días, no deseaba perderse los devocionales diarios con sus hijos, y decidió grabar 16 videos para que ellos los vieran—uno por cada día que él pasaba en el espacio.  Cada día ellos tendrían un devocional con papá.     Trágicamente, sabemos lo que sucedió en ese fatal día dieciséis, mientras el transbordador espacial Columbia se desintegró durante su regreso a la atmósfera de la tierra.  Rick y el resto de los siete miembros de la tripulación no llegaron a casa ese día, pero las vidas que vivieron antes de entrar a los portales de la eternidad influenciarán a la generación venidera.

Rick Husband fue un hombre cuyo fundamento de vida fue sólido, construida sobre los principios de la palabra de Dios.  Su compromiso con el Señor y su familia fue firme.  El legado de su ejemplo de vida continúa a través de su familia y de todos los que fueron impactados por su vida.

Cuando yo era un joven cristiano, descubrí que necesitaba sabiduría y dirección de aquellos que han pasado antes que yo.  Estoy agradecido al Señor por traer hombres y mujeres en la fe que han marcado mi vida.  Personas como Edwin Louis Cole y Leonard Ravenhill me aceptaron, me retaron y me inspiraron para que yo creciera más profundamente en el Señor.   Existen tantos campeones de la fe que han pagado el precio, hecho sacrificios y puesto fundamentos para que nosotros podamos construir sobre ellos.  Tienen un legado duradero para nosotros y para la nueva generación de líderes.

Recientemente, uno de los miembros de mi staff encontró unos casetes de mayo de 1992.  Contenían lo de un retiro que algunas personas de nuestro equipo tuvieron con Leonard Ravenhill en Calvary Commission en el este de Texas.  Pocos años antes, el hermano Ravenhill comenzó a buscarme y a aceptarme como un hijo espiritual.  Él me retó, me animó y me inspiró.   Él ya había tenido un gran impacto en mi vida debido a sus libros y enseñanzas, pero la relación personal que se desarrolló ha profundizado mi caminar para siempre.

Durante el retiro con el hermano Ravenhill, aun puedo recordar a alguien que llegó a la reunión, mencionando que había estado en el campo de misiones y deseaba saber si podría ser una mosca en la pared para poder escuchar al hermano Ravenhill.  Era Steve Hill.  Comenzó una amistad.

Hombres como el Dr. Edwin Louis Cole, Leonard Ravenhill, David Wilkerson, Steve Hill y otros han impactado profundamente mi vida de una manera personal.  Cada uno ha dejado un legado duradero a la siguiente generación.  He llorado y gemido profundamente sobre nuestra pérdida mientras ellos entraban a recibir su galardón.  También es una seria responsabilidad para aquellos de nosotros que quedamos, para vivir nuestras vidas de tal manera que también dejemos un legado para la gloria de Dios.

Hoy, más que nunca, necesitamos una nueva generación de líderes que se encuentren con EL diariamente para obtener Su perspectiva y ser dirigidos por Su Palabra.  Necesitamos líderes que reconozcan la necesidad de recibir una fresca revelación de la Obra de la Cruz y el Poder de la Resurrección, para recibir visión, sabiduría, claridad profética y una visión de Dios que les permita dirigir a otros a un entendimiento de la verdad y propósitos de Dios.

A.W. Tozer, en “The Gift of Prophetic Insight” (El Don de la Visión Profética), escribió acerca de la importancia de entender las condiciones presentes.  Él lo dijo bien, “Hoy necesitamos predicadores proféticos; no predicadores de profecía solamente, sino predicadores con el don de profecía…Necesitamos el don de discernimiento en nuestros púlpitos.  No es la habilidad de predecir la que necesitamos, sino el ojo ungido, el poder de la penetración e interpretación espiritual, la capacidad de evaluar el escenario religioso como lo ve Dios desde Su posición, y para decirnos lo que hoy está sucediendo.”

Existe una necesidad desesperada de un pueblo con capacidad profética que puede tanto iluminar la palabra de Dios como interpretar los tiempos presentes.  La escritura habla de líderes como estos en I Crónicas 12:32.  Los hijos de Isacar entendían los tiempos y sabían lo que Israel debería hacer.  El entendimiento profético y la manifestación del espíritu de Dios ya no son únicamente para unos pocos escogidos, como fue el caso del Antiguo Testamento, sino que Dios está buscando dar poder a una nueva generación de líderes justos si nosotros hemos de dejar un legado y pasar el manto del liderazgo a la generación emergente.

Ezequiel (capítulo 22) describe a una nación desobediente, muy parecida a lo que estamos viendo hoy.  Él describe cinco tipos de gentes—yo les llamo los cinco p´s—y que todos se habían alejado de los caminos del Señor.   El Señor, a través de Ezequiel se dirige a ellos y llama a los Príncipes, los Políticos, los Profetas, los Pastores (sacerdotes y ministros), así como el Pueblo por derramar sangre inocente por la tierra, permitiendo que prevalecieran la corrupción y la injusticia.  Muchos estaban pasando por alto lo que sucedía a su alrededor sobre su preferencia personal y ganancia.  En el verso 30, el Señor dice, “Busqué a un hombre entre ellos que levantara una pared, y que se parara en la brecha delante de mí a favor de la tierra, para que no la destruyera, pero no encontré a ninguno.”  Hoy, Dios está buscando pastores, profetas y jueces fieles que se levanten como una nueva generación de líderes justos.

Dios está levantando una nueva generación de voces proféticas con valor.  Necesitamos voces con claridad profética con valor que resuenen desde los púlpitos de la tierra, así como la justicia que se impregne a través de las paredes de los pasillos de los políticos.  Necesitamos príncipes, políticos, pastores, profetas y el pueblo que amen a Dios y a otros más que a sí mismos.   ¡Necesitamos una generación de samueles, jóvenes y ancianos para que se levanten!

Cuando Samuel representó a una nueva generación de juez y profeta justo, él también llevó la habilidad que Dios le dio de reconocer el llamado de dones en los líderes jóvenes.  Él fue usado por Dios para llamarlos a sus destinos.  J.J., un ministro en College Station, Texas, me considera un mentor y padre espiritual.  Yo recuerdo haber recibido un recado de él diciendo, “En la vida y ministerio de un hombre, yo creo que él debe ser señalado por grandes hombres de fe”.  Aun Jesús fue señalado por Su Padre.  Doug, tu viniste y me señalaste a mí.   Hoy, J.J. y su equipo ministerial están haciendo lo mismo, determinados que ninguna vida joven en su ciudad va a deslizarse por las grietas.

Esta generación emergente puede parecer extrema, radical, apasionada y llena de celo, pero cuando son señalados por la generación mayor de samueles, pueden ser audaces y llenos de poder para caminar hacia su destino.  Como Juan el Bautista, el Señor está llamando a una generación para que salga del desierto, vistiéndolos con Su manto profético y para que sean portadores de justicia, pureza y propósito.  Están desesperados por un cambio y para los que vengan con ellos para darles afirmación, aceptación y aprobación.  Dios está reuniendo la sabiduría y los recursos de la generación anterior con la pasión y el celo de la generación emergente.

Esta generación actual necesita más que nuestras palabras.     Están necesitando ver un avivamiento de carácter y autenticidad.  Necesitamos más que una renovada pasión y una búsqueda de la presencia de Dios que encenderá un despertar de liderazgo.  Líderes quienes como Samuel no se fijen en las apariencias externas, sino en el corazón de aquellos a quienes Él está llamando.  Que podamos ver con los ojos del Espíritu para reconocer el tesoro dentro de la generación emergente de líderes.   La forma como Dios mide el éxito y la grandeza no es la misma del hombre.  El éxito es dejar un legado duradero para la Gloria de Dios que vaya más allá de nuestros logros humanos.

Nuestro verdadero legado no es el resultado de los sermones que predicamos o en como muchos nos siguen en twitter o los medios sociales.  No es según la medida de nuestra iglesia o ministerios.   Las vidas que vivimos antes de entrar a los portales de la eternidad determinarán la influencia que tenemos y lo que dejemos para la siguiente generación.

Necesitamos líderes que vivan vidas de humildad, santidad, honor y honestidad.  Nuestra postura privada afecta nuestra posición pública.  Es lo que hacemos y quienes somos detrás de puertas cerradas cuando nadie más nos ve, que determinan el poder de Dios en nosotros—o la falta del mismo—en público.  Nuestras decisiones privadas si tienen consecuencias públicas y corporativas.

Que podamos ser recordados que nuestro legado no es en ladrillo y mortero, sino en las vidas de aquellos a quienes somos llamados a servir.  Mientras los hombres buscan tronos para construir sus propios reinos, Jesús buscó una toalla para lavar los pies de los hombres.  Mientras los hombres buscan lugares exaltados y altos, Jesús, el Exaltado, dejó su Lugar Altísimo para buscar a los hombres.

Si hemos de dejar un legado duradero y transferir el manto de liderazgo a la siguiente generación, entonces nosotros mismos debemos comprometernos a más que construir nuestros propios reinos.  Que seamos como Samuel que representó a una nueva generación de juez y profeta justo.  Él tenía una habilidad dada por Dios de reconocer el llamado y los dones en los líderes jóvenes.  De la misma manera, que podamos escoger y llamar a una nueva generación de líderes para que entren a sus destinos.